sábado, 19 de julio de 2014

Eva: La exhibicionista

Comentamos en un artículo anterior nuestra aventura con la chica que gustaba exhibirse y fotografiarse, desnuda en publico. Y como lo prometido es deuda, vamos a contarlo, aunque no estemos seguros de alcanzar con las palabras, el alto contenido erótico que tuvieron aquellos días.
Eramos tres amigos, éramos jóvenes y nos gustaban las discotecas. Nos gustaban las discotecas no por bailar, nos gustaban para beber y ligar y como no ligábamos, solíamos bebernos hasta "el agua de las macetas". Eramos asiduos a una discoteca de las que en lo 80s se definían como "pijas". ¿Porque?, pues porque las pijas estaban cañón. Además, la discoteca era pequeña y casi siempre había más gente de la que cabía, con lo cual era fácil por no decir imposible no hacerlo, tocar un culo, unas tetas, un chocho y que te tocaran el culo, la p... En definitiva, el frote estaba garantizado y tías y tíos lo buscaban. Eran los 80s.
En toda la discoteca, solo en tres sitios podías evitar la superpoblación. A saber: el baño de los tíos, la barra y no porque la gente no bebiera como cosacos y un pequeño espacio con unas pocas mesas y sillas.
Solíamos alternar entre la barra, "el frote" y el servicio, para descargar lo adquirido en la barra, vamos para mear. Aquel día y no recuerdo porque, probablemente no nos "comíamos un colín", o habíamos bebido mas de la cuenta, nos sentamos en una de esas mesitas. Nos sentamos justo enfrente de tres pivitas, que con un solo vistazo catalogamos de "juegan en otra liga", aunque una de ellas tenia una cara de golfa que... Nosotros a lo nuestro, al "gintonic", no tan historiado como los de ahora, un vaso, ginebra, casi hasta el borde y un poco de tónica para poder asignarle el nombre. De repente, un triángulo blanco. ¿Lo había visto, o eran mis ganas de verlo?. Decidí que la única solución, para salir de dudas, era mirar otra vez. Pues si. Mientras sus amigas, pudorosas ellas, cruzaban sus piernas, m la golfilla tenía las piernas abiertas y al final de unos muslos morenos y perfectos, de esos que se tienen con 20 años, el triángulo blanco, eran sus bragas. Levanté la mirada con la esperanza que su mirada no estuviera dirigida hacia mi, que no me estuviera mirando. Vana esperanza. Sus ojos estaban clavados en mi y sonreía.
No ligábamos nunca y menos con pijas como esas, las que en las películas yankis salen con el capitán del equipo de fútbol. No ligábamos nunca, pero ese día sí. Salimos y terminamos la noche del viernes en un pub y quedamos para el sábado por la mañana. En un lugar un poco extraño, aunque el poder del "gintonic" sobre el cerebro lo hizo parecer normal en aquel momento. Quedamos en el estanque del Retiro, para remar.
El sábado por la mañana en la cola de las barcas, cuatro. Dos de nuestros ligues, la golfa y una de las recatadas (la otra debió pensar no merecíamos la pena) y dos de los tres amigos. Yo y Clemente. El otro sabía que merecía la pena, pero seguía luchando por mantener los "gintonics y cubatas" en el interior de su cuerpo, fracasando. Puso la excusa que no quería contaminar el estanque con sus vómitos.
Los cuatro subimos a la barca. Yo a lo remos, mi amigo a proa y enfrente de mi, a popa, las dos. Yolanda, la recatada llevaba unos vaqueros blancos y una camiseta de "Alaska y los Pegamoides", rara por cierto para una pijita como ella. La golfa una minifalda vaquera que imantaba mis ojos a sus muslos, morenos y perfectos, cruzados para desvelar justo hasta...hasta lo justo. Sabía que ella sabía que la estaba mirando. Sabía que estaba sonriendo, sabía que mi cara tenía un color rojo y que sentía un fuerte dolor en la entrepierna (malditos vaqueros ajustados).
Mi amigo miraba los peces, la recatada el infinito, la golfa a mi y yo a sus muslos con la esperanza de ver sus bragas. De repente sus piernas comenzaron un movimiento de "descruce", parecido al que después realizaría en la gran pantalla Sharon Stone, y vi lo mismo que en Instinto Básico, pero en directo. Vi su chocho, no llevaba bragas. El dolor insoportable, mi corazón, entre el remo y el calentón a 180 y su sonrisa en la cara burlona, creída....



Terminamos el paseo en barca, ella no separaba su mirada de mi, yo no la miraba. Mirando al suelo la dije que sí, que quedábamos esa misma tarde en su casa. Sus padres estaban en el pueblo y podíamos poner música y beber. Vamos lo que hacíamos todas las tardes de sabado pero esta vez con chicas.
Sábado 17:00 horas, cerca de Goya, en un bar, justo debajo de su edificio, cuatro plantas por debajo, yo como un flan, Clemente...Clemente como siempre, bebiéndose el bar. También era verdad que no sabía de que iba la cosa. Diez cervezas después nos atrevimos a subir, o mejor dicho me atreví a subir yo. La recatada abrió la puerta, nos puso un "cubata" en la mano y nos dijo que estaban en la terraza. Allí estaba Eva, la golfa, en una hamaca, con un "cubata" en la mano y completamente desnuda. Mi amigo quedo catatónico, mi "cubata" se lo bebió el suelo de la terraza y ella sonriendo dijo:"Que pasa, me gusta estar desnuda. Soy exhibicionista". Mis ojos iban de sus tetas al chocho y del chocho a las tetas, mientras pensaba que los vecinos tenían bastante suerte y en alquilarme un piso enfrente. Aunque la verdad en ese momento el que más suerte tenía era yo.
Vivimos los cuatro muchas más anécdotas durante el tiempo que duró la relación y prometemos contarlo, pero hoy, no.

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